Pero lo he vuelto a hacer...
Recuerdo que cuando vivía en Toledo, los días en los que los museos son gratuito, visitaba con mucha frecuencia la Sinagoga del Tránsito, o lo que fue la casa de Samuel Leví.
La descubrí con 13 años, y desde entonces, la sala de oración de esa sinagoga, tiene un cierto imán en mi persona...
No sabría explicar la razón, no se por qué me pasa, pero en ese sitio realmente se encuentra la paz.
Una vez que te sientas, en la sala de la oración, tienes la sensación de estar dentro del universo, de sentirte pequeña en un sitio muy grande, es como si fueses por un momento consciente de lo grande que es el universo, pero metida en una habitación que podría ser la mitad de un teatro o un cine...
Es algo mágico, algo inexplicable, y probablemente no a todo el mundo le pase...
No se a que se debe, no se explicar que es... pero sigo sintiéndolo igual que el primer día.
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