LAS TARJETAS DE NAVIDAD
Nada hay como perder las tradiciones. Es como perder una parte de nuestra vida. Las navidades de hace cuarenta años no eran como ahora, entre otras cosas porque hay quien se ha encargado de hacernos las navidades consumistas, materialistas, ... . Y lo han hecho a conciencia, pues nuestros hijos apenas saben lo que es una zambomba. Ya cuesta trabajo comprar una, como cuesta trabajo encontrar las tradicionales tarjetas de navidad. Hubo un tiempo en que estas dos cosas eran imprescindibles en navidad, junto con la botella vacia de anís y el almirez. Sin embargo hoy hay muchos hogares en los que se desconocen ambas.
Cuando llega la navidad, lo triste es comprobar, que algunas personas que están en tu agenda, ya no tienes donde mandarle las tarjetas de navidad. No puedes mandárselas, y los actuales, se limitan a los correos electrónicos, y a las llamadas de teléfono. Lamentablemente no solo se ha perdido la zambomba, y los aguinaldos cantados, y la carta de los reyes. Lamentablemente hemos perdido las tarjetas de navidad.
Un mensaje de amor enviado una vez al año. Un mensaje en el que uno dedica las mejores palabras, las que le salen del corazón a la gente a la que quiere. Y esas palabras quedan escritas para la eternidad. Una llamada de teléfono llena unos minutos de felicidad, los correos electrónicos pueden durar un poco mas, pero las letras escritas sobre una tarjeta de navidad, pueden, si el destinatario lo considera conveniente, durar toda la vida.
Personalmente no me parece correcto, la llamada de teléfono. Soy implacable con quien me felicita las navidades por teléfono o por mail. Mi casa de dos plantas adorna su escalera, con las tarjetas de navidad que me envían y con todos aquellos mensajes, y deseos de Paz, Salud, y amistad, de incluso quien hoy, ya no está entre nosotros. Estas tarjetas me repiten cada año que me desean Feliz Navidad. Por que sé que si estuvieran aquí aún sus autores, sus remitentes, seguirían mandando año tras año una imagen nueva, pero su mensaje seguiría siendo el mismo. En estos casos se ha congelado la imagen, pero su mensaje sigue año tras año deseándome FELIZ NAVIDAD. Hoy mi escalera sigue llena de mensajes navideños donde aún permanecen TODOS, me dicen que me desean unas felices fiestas, y que el próximo año me colme de satisfacción, de Salud, de Amor, y que se cumplan todos mis deseos. Si no fuese porque guardo mis felicitaciones de navidad, de los que se fueron ya no me quedaría nada en estas fiestas. Pero en mi casa aún hoy sus voces escritas en una tarjeta de navidad, me repiten que me quieren, que me siguen queriendo como me han querido toda mi vida, y sigo sintiendo su presencia dentro de mi casa, su compañía sus recuerdos, y guardo la elección que un día hicieron de su tarjeta, y de sus palabras para desearme una feliz navidad.
Por eso creo que no deberíamos dejar de utilizar las tarjetas tradicionales de navidad, que además de ser perpetuas (si uno opta por ello), dan trabajo a carteros, impresores, y a los artistas que las diseñan y así volver poco a poco a mantener nuestras tradiciones y transmitirlas a nuestros hijos así como a reivindicar las zambombas que desgraciadamente y sin que nadie se ocupe de ellas “Son una especie a extinguir”.
FELIZ NAVIDAD¡¡¡
Paloma
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