Y el Festival Celestina se fue ...

Y el Festival Celestina se fue ...
Entre risas como siempre...

domingo, 12 de febrero de 2012

LA HORA DE LA VERDAD




Y llegó la hora de la verdad...
Cinco días después de la caída, no antes por la inflamación del tobillo producida por la rotura de los ligamentos, llegó la hora de buscar una solución a semejante desastre organizado en mi pie.
Miedo. Nervios. El quirófano.....
Llegó el momento.
Tuve esa imagen que tanto sale en las películas de médicos... las luces del pasillo del hospital camino del quirófano. Ascensor.
Llegada a quirófano. Siempre hace frío en los quirófanos... me explicaron para mantener mejor las constantes vitales.
Salió a mi encuentro un joven... amable, simpático, que me explicó lo que iban a hacer conmigo con mucha dulzura... hablamos de lo cerrada e introvertida que era la gente en Toledo y que los que no eramos de Toledo enseguida lo notábamos cuando hablabamos con gente de fuera. Le afirme directamente NO ERES DE TOLEDO VERDAD?, me dijo NO SOY DE CIUDAD REAL, y ya veo que tu tampoco eres de Toledo. Fue un primer gesto de complicidad entre ambos.
Me habló de los avances tecnológicos en medicina, por los que me sentí interesada, dada mi ultima etapa de la vida. ONDA DISCAPACIDAD, poco después me dijo que era anestesista en el Hospital Nacional de Parapléjicos, eso ya además de cómplices, nos hacía compañeros. Le comenté mi paso por RADIO RUEDA la emisora del Hospital Nacional de Parapléjicos. Y me dijo que la nueva forma de anestesiar tenía mucho que ver con mi tolerancia (nerviosa) a estar despierta durante la operación. Le dije mirando la vía de mi brazo, "si tu me ayudas ... yo podré", y el contestó " Por supuesto que te ayudaré".
Así se inició mi operación, con un nuevo método de anestesia, en pocos segundos noté que alguien agarraba mi pie y comenzaba a trabajar con el.
Pero "mi" anestesista, fue mi siguiente Ángel de la Guarda. Iba contándome paso a paso lo que iban haciendo con mi pié mientras me enseñaba a través de rayos X mis huesos rotos primero y luego uno a uno como iban acoplando mis clavos.
A cada minuto el... JAIME NIEVA, mi anestesista,  venía a preguntarme ¿bien?, sientes dolor? pero era imposible sentir dolor... no sentía mi pierna.
Salí de la operación como si no hubiera pasado nada, completamente despierta, y sin gota de dolor. Todo el mundo se extrañaba de mi cara y mi comportamiento de salida del quirófano. Todo fue bien las 12 horas siguientes a la operación, hasta que se fue despertando mi pierna. Momento de mayor dolor de todo el episodio.
Cuando me subieron de nuevo a la habitación, mi enfermera favorita, Paqui, vino corriendo a preguntar si necesitaba algo.
Se aseguró de que pasara una buena noche, y que los dolores fueran los mínimos.
Paquí, guapa, joven, y con mucho cuidado por su aspecto exterior, llegó a hacerse amiga. Y era así porque tenía el mismo defecto que yo. Cuando entraba por la puerta se sabía que estaba allí por su perfume. El mismo que el mio casualmente, y eso fue lo que nos hizo ser amigas desde el principio. Ella me cuidó las horas posteriores a la operación, administrando calmantes, para evitar mis dolores, sin demora ninguna.
Ellos dos Jaime y Paquí fueron dos auténticos Angeles de la Guarda.
GRACIAS A AMBOS.
Por cierto con Jaime quedé para realizar una entrevista para la radio y que contara técnicamente en que consistía esa nueva forma de anestesiar. O sea que nuestros oyentes un día de estos escucharán en directo su voz por las ondas.


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