La verdad no lo hay como entretener las tardes del sábado haciendo comparativas de vida..
Hoy que ya he aprendido sobre música clásica, jazz, folcklore, pop, rock, ... y que se yo cuantos tipos de música mas... me encanta recrearme en el primer baile que aprendí.
No había una fiesta de navidad, un cumpleaños, un día de la madre o del padre, que no sonara en el patio de la casa del abuelo LA YENKA.
Se sacaba aquel Pick up blanco... y el montón de discos...
Allí, todos dispuestos grandes y pequeños, y entre boleros, pasodobles y tangos, para que dejásemos de dar guerra los pequeños, nos ponían el LA YENKA.
LA YENKA era el descanso de los mayores...
Cuando ya estaban cansados de bailar.. nos lo ponían para agotarnos.
Eramos muchos, somos tantos como 30 primos... y todos juntos en dos filas uno frente al otro, ocupando gran espacio del patio del abuelo nos colocábamos todos esperando los primeros compases de la canción.
Llenos de bullicio y alegría, ajenos a nuestras vidas, solo había un objetivo: Terminar de bailar la canción. Quien la haya bailado alguna vez sabe de que hablo, es AGOTADORA.....
Al igual que con la entrada anterior, he dudado de encontrarla, pero he tenido suerte porque no solamente está la canción sino además los pases del baile.
Nosotros no teníamos internet, ni vídeos, ni maestros de baile, de ello se encargaban los primos mayores.
La vida nos demostró depués que todo tiene una explicación. Yo que me encuentro entre las pequeñas (de la mitad hacia abajo), puedo decir, que llegó un momento en el que los pequeños enseñábamos a los mayores a bailar los bailes nuevos... y así pagamos nuestras clases de baile en el patio del abuelo.
El abuelo... que siempre se jactó de no tener herencias, ni dineros, ni terrenos que dejarnos, sino solo el cariño de nuestra familia, miraba complacido como se iba cumpliendo su sueño.
Con una sonrisa enorme, en una dulce boca sin dientes... unas cejas pobladas...su boina calada... sentado en su silla de enea, con las piernas cruzadas y el periódico en la mano, observaba y miraba como se estaba fraguando el cariño de esta familia.
Por eso, ahora cuando hablo de mis primos, tengo que explicar que además de ser mi familia, fueron mis compañeros de juegos y mis amigos de juventud. Los mayores cuidaban de los pequeños. A las pequeñas nos costaba ligar, porque a ver quien se atrevía con las primas de EL MANIX (mi primo Pepe).
Y todo ese cariño, y diversión que entre nosotros tenemos, hoy que algunos primos ya tienen incluso nietos, comenzó cuando bailábamos LA YENKA en el patio de EL ABUELO...
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