Me cuesta...
Son muchos los recuerdos, las risas, y los llantos, que hemos compartido.
Una y otra vez, resuenan en mi cabeza, tus ultimas palabras, las últimas con sano juicio...las que me dijiste, saliendo por la puerta de la casa de mis padres, con lágrimas en los ojos... : "no discutáis, quereros mucho".
No sé por qué adivinaba en tus preciosos ojos verdes, que ese era tu último viaje a La Puebla, y creo que tú también así lo veías... por eso tus lágrimas de emoción.
Pocas veces antes, vi en tu cara el llanto.
Siempre la risa...
Todos aprendimos contigo, sinceridad ... como bien dije en la anterior entrada. Eso era tu rasgo distintivo. Esa sinceridad, aplastante, avasalladora, con una incipiente diplomacia, hizo que muchos no te entendieran. Pero no por ello te dejaron de querer, a veces nadando a contra-corriente, mantenías tus afirmaciones ... no importaba ... sabías defender tus ideas, pues no en vano fuiste abanderada de la secretaria de agricultura con dieciséis años en Valencia.
Nos enseñaste, como ser valiente en el amor, dejando toda tu familia en Valencia, por el amor a mi tío en Madrid.
Te incorporaste a una familia numerosa, llegando a ser una mas, de esa enorme familia.
Todos aprendimos contigo, algo de valenciano. Que nos sirvió de risa en mas de una ocasión.
Todas aprendimos que hay que estar guapa... que tiene una que verse guapa en el espejo.
Todos aprendimos contigo, como es quedarse sola en esta vida a temprana edad.
Todos aprendimos contigo, que la vida está donde están tus hijos.
Y aprendimos lo que le pasa a un "carburero" que no se sabe utilizar bien y nos reímos contigo hasta desfallecer en carcajadas, por primera vez en mi vida, y pidiéndote perdón antes, recuerdas que te dije: "tía, no te enfades, perdóname, pero calla ya", porque de verdad creí morir de risa, un dolor en el abdomen se hacía cada vez mas fuerte, y tu seguías, y yo también. Recuerdo ese momento con mucho cariño, un verdadero momento alegre, mientras paseábamos por Benidorm, y mientras miles de ojos se dirigían a nosotras, precisamente porque no parábamos de reír, no sonreír no, reír a mandíbula abierta y con el eco de enormes carcajadas.
Tus ojos de muñeca, se fueron poco a poco apagando.
Ya en tus últimos días, supe arrancarte una sonrisa de alegría, cantándote el himno de Valencia, en casa de la tia Uchi.
El himno de Valencia ... tus hijas (sobre todo la pequeña) se reía de mí porque siempre que lo escucho lloro de emoción, y tu, me ayudabas a defender el por qué, diciendo que yo "tenía algo de valenciana".
Tus preciosos ojos verdes, de los que pintan los pintores, y buscan los directores de cine...
No puedo por mas decir... gracias tía Lola, por todo lo que nos has enseñado.
Ha sido un auténtico placer, compartir, estos años de mi vida contigo.
Y sobre todo decirte HASTA SIEMPRE EN MI CORAZÓN¡
(Este año me costará mucho trabajo ver la nit del foc)
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